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Si te gusta el BDSM es posible que estés pensando en dar un paso más en este juego de roles y empezar a usar látigos. Aunque la experiencia puede ser muy excitante, es conveniente actuar siempre con moderación. Por eso, vamos a darte algunas ideas sobre cómo iniciarte en el uso de este elemento de forma segura y placentera.
El látigo suele estar compuesto por un mango y unas colas rígidas. La intención al usarlo no es causar daño, sino crear una sensación de picadura en la otra persona. Por supuesto, en función de con cuánta fuerza lo uses esa sensación de picor o escozor puede ser mayor o menor.
Lo primero que tienes que hacer es generar un ambiente propio para una sesión de BDSM. Para llevar el rol de la dominación y la sumisión a su máxima expresión, puede ser una muy buena idea atar a la persona que va a ser azotada, esto la dejará sin poder “defenderse”. Además, hay quien también prefiere tapar los ojos de su pareja para que no sepa por dónde va a llegar el azote.
Una vez que el juego ha empezado no conviene lanzarse a dar latigazos con mucha intensidad, y mucho menos si es de las primeras veces que se utiliza un látigo. Resulta más cómodo y más excitante acariciar a la pareja con el látigo, para que su piel se vaya acostumbrando al tacto de este nuevo elemento que estamos incluyendo en nuestro juego sexual.
A la hora de empezar a azotar es importante hacerlo siempre con una intensidad leve y luego ir subiendo poco a poco la intensidad según os parezca. Por otro lado, es importante no azotar zonas de la piel que luego vayan a quedar demasiado expuestas, puesto que podrían quedar marcas visibles.
Por muy bien que lo estéis pasando con el juego, debéis ser conscientes de que no se puede azotar la piel durante mucho tiempo seguido. Esto puede llevar a que aparezcan moratones, rojeces y hasta pequeñas quemaduras producidas por el roce de las fibras del látigo con la piel que ya está sensible.
Por eso, nada de dedicarse a azotar sin más. Conviene intercalar los golpes con caricias y besos, dejando que la otra parte se relaje. Así, podrá disfrutar de la experiencia de sentir algo de dolor sin que esta llegue a ser excesiva.
No obstante, recuerda que siempre es importante tener una palabra de seguridad. Si quien está recibiendo golpes con el látigo la pronuncia, es hora de parar inmediatamente.
Con cuidado y sentido común, utilizar un látigo en tus relaciones sexuales puede ser una experiencia única.¿Te atreves?